viernes, 3 de julio de 2015

PALABRAS A LA MEMORIA DE DON MANUEL SARKISYANZ (1920-2015)

Don Manuel bajo la estatua de su biografiado, don Felipe Carrillo Puerto.

Apenas me entero de la muerte del gran historiador azerbayano-alemán, el doctor don Manuel Sarkisyanz, cuyo libro Felipe Carrillo Puerto. Actuación y Muerte del apóstol “rojo” de los mayas es hasta ahora el texto más acabado sobre el Dragón Rojo con ojos de jade de Motul. Murió en marzo de este año, vivió sus últimos 20 años de vida en Mérida, en compañía de su esposa Helda, ya fallecida también, y de sus muchos perros, pues don Manuel era un canófilo y defensor de los animales. La historia yucateca y la revolución en Yucatán fue una de sus pasiones como clíonauta, le debemos ese libro como historiadores del patio, aunque escribió otros libros sobre los movimientos revolucionarios en el área andina, se interesó en la Revolución de octubre de 1917, y analizó los orígenes de Adolf Hitler. Para febrero de 2014, don Manuel presentó en Mérida su último libro traducido al castellano, Kollasuyo: Historia indígena de la República de Bolivia. Profetas del resurgimiento autóctono.
Nació en 1920 en Bakú, Azerbayán, perteneciente entonces al orbe soviético, y fue, como otro historiador marxista, Eric Hobsbawm, testigo implacable del atroz siglo XX.  Una visita como turista a Yucatán lo hizo hechizarse de la figura del socialista motuleño. En aquella ocasión, don Manuel le dijo a su esposa, Helda, que él escribiría sobre don Felipe, y en 1991 apareció, en el lenguaje de Goethe, Vom Wirken und Sterben des Felipe Carrillo Puerto des "Roten" Apostels der Maya-Indianer: Zur politischen Heiligenlegende im revolutionären Mexiko, editado por la Universidad de Heidelberg, su casa de estudios donde don Manuel enseñaba la historia de los movimientos sociales de descolonización.
En 1995, el Congreso del Estado de Yucatán tradujo y editó la obra al castellano, un libro sumamente erudito, ameno y bien documentado, donde don Manuel no se decanta únicamente al archivo y bibliografía, sino que hace uso de la historia oral y de las distintas literaturas para darnos a conocer la actuación y muerte del Apóstol rojo de los mayas. Aunque es una obra dispuesta para la crítica historiográfica, merece la pena una nueva reedición con un mejor cuidado en la traducción, esa es una deuda que se le debe a don Manuel, que tanto amó a Yucatán.
El 23 de octubre de 2013 tuve la oportunidad de conocerlo en el CIESAS Peninsular, de escucharlo, de estrecharle la mano, de decirle que lo admiraba y, casualidades del destino, ese día cargaba en mi mochila su libro sobre Carrillo Puerto que me conseguí en una librería de viejo de Mérida. Me lo firmó, me lo dedicó con su puño y letra, y ese libro se encuentra en mi biblioteca personal, es un tesoro para mí, conocí muchas cosas de la historia yucateca leyéndolo y por eso le di gracias a su autor, a don Manuel.
En 2014 oí algo terrible que me puso triste: al parecer, don Manuel se acercó al CIESAS Peninsular para donar una parte de su rica biblioteca: en lenguas que no solamente eran el alemán, el inglés o el castellano, arguyo que también contaba con libros escritos en persa y azerí, idiomas que dominaba don Manuel, su biblioteca era una biblioteca que buscaba refugio. No sé si el CIESAS Peninsular le dio cabida a ese tesoro que los bibliófilos armamos con amor, la biblioteca personal de un historiador o escritor, pero esa noticia me hizo recordar la mortalidad de ese hombre, un nonagenario que tenía una lucidez que muchos desearían a los 30 años. Supe que el fin estaba cerca, y ese día me refugié en la lectura de su libro y me puse a pensar en los libros huérfanos de don Manuel.
En la Biblioteca Yucatanense, al parecer existe un texto que don Manuel escribió como legado para conocer algo más de su obra, algo más de su vida. En 217 páginas, ese repositorio de la memoria yucateca guarda una Autobiográfica documentación de Manuel Sarkisyanz, no tengo la oportunidad de consultarlo, pero hago votos de que se trate de una autobiografía de este historiador, pues los clionáutas y yucatecólogos entraríamos al taller de este orfebre de la memoria revolucionaria e indianista de Yucatán, que en 1996 desmitificó a Mr. Joseph, defendiendo a Carrillo Puerto de los adjetivos de torturador y manipulador del pueblo maya, que Joseph sugirió en el libro Revolución desde afuera y en artículos como El caciquismo y la Revolución: Carrillo Puerto en Yucatán.
La muerte de don Manuel Sarkisyanz, acaecida el  10 o el 12 de marzo de 2015, al parecer, para el gremio de los historiadores –yucatecos y yucatecólogos- pasó desapercibida. Me he afanado en buscar un obituario o una esquela de un historiador dedicada a la memoria de este gran historiador, pero he batallado en vano. La mala leche, el individualismo o la poca memoria de los historiadores yucatecos hacia este hombre sabio, no me sorprende, y para ser franco, no espero nada bueno de la “ciudad letrada” meridana. Canófilo como era, el obituario, o las palabras para recordar, más que al historiador, al amigo de los ambientalistas yucatecos, tuvo que venir de Rosario Sosa Parra, presidenta de la Asociación por los Derechos de los Animales en Yucatán, A. C. En su muro del facebook, Sosa Parra recordó el 14 de marzo de 2015, a este historiador que ya descansa en el cementerio de Xoclán, en Mérida:

A pesar de no escribir desde hace varios años, hoy dedico estas líneas a un gran amigo y benefactor de los animales y del medio ambiente. Él ya trascendió, pero su corazón permanece en estas tierras del Mayab, mismas que tanto amó y que ahora lo albergaran eternamente.  Desde la última década del siglo XX tuvimos el honor de hospedar a dos distinguidos personajes en Mérida, Yucatán, el Dr. Manuel Sarkisyanz y su esposa la Dra. Helga (q.e.p.d.), él de origen Iraní y ella de origen alemán. Dedicado a la historia y en especial al indigenismo de América, el Dr. Manuel Sarkisyanz escribió libros reconociendo la valiosa aportación de las culturas precolombinas, defendiendo y difundiendo siempre los saberes de las diferentes etnias del continente Americano…Exploró una amplia gama de intereses durante su larga carrera académica. Nació en Irán en 1920, estudió en los Estados Unidos y enseñó durante muchos años en la Universidad de Heidelberg, Alemania, escribió sobre Birmania, Rusia y Latinoamérica…El Dr. Manuel Sarkisyanz murió después de larga dolencia a la edad de 94 años el 12 de marzo de 2015 a la una de la mañana, en esta ciudad de Mérida y fue inhumado el día 13 de marzo a las 10 horas en el cementerio de Xoclán. Se caracterizó por su gran amor a la historia y a los perros, durante sus más de 20 años de estancia en Yucatán se acompañó de hermosos pastores alemanes a los que llamaba sus hermanos y con los que sostuvo una amistad y amor hasta que ellos trascendieron. Así, su gran pasión por la historia y por los caninos fue distintivo de este gran hombre. El Corán dice que, cuando una persona muere corre el riesgo de perderse en su camino a la luz pero, cuando ha ayudado a los animales, estos con su colita le mostrarán el camino a seguir, y el Dr. Sarkisyanz seguro encontró a Lobazo, Laika, Falk para mostrarle el camino a la luz.


En mi billetera siempre guardo una tarjeta del doctor Manuel Sarkisyanz. Esta tarjeta no es mía, es de mi amigo el historiador chetumaleño, Celcar López Rivero​,  que hasta ahora no se la he devuelto. Haciendo su tesis de licenciatura, Celcar tuvo la dicha de conocer a don Manuel en Mérida, conoció su biblioteca inmensa, platicó con este sabio hombre, y ojalá y me perdone algún día mi amigo Celcar, porque no pienso devolverle la tarjeta de don Manuel Sarkisyanz.
Para enero de 2015, en el 91 aniversario luctuoso del asesinato de don Felipe Carrillo Puerto, en el cementerio general de Mérida, debajo de la tumba donde descansa el soviet yucateco, don Manuel, ante un grupo de hombres y mujeres del campo y obreros yucatecos, fue honrado con los aplausos de ese pueblo que su biografiado, don Felipe, tanto quiso y amó (véase el minuto 24:40 del vídeo que comparto). Don Manuel recordó que para apreciar el martirio de Carrillo Puerto habría que estudiarlo en el contexto del resurgimiento de los pueblos autóctonos de América. Parafraseando las palabras que don Manuel escribió sobre la muerte de don José Tec Poot, hay que decir que su memoria vivirá en las experiencias existenciales que han tenido con él tantos estudiosos y lectores de su obra.




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