viernes, 19 de septiembre de 2014

JOSÉ TEC POOT: NUESTRO ANTROPÓLOGO MAYA




Señor José, tu vives en nuestro corazón
Y aunque te fuiste para nunca volver,
Desde ahora tu nombre queda para recordarte,
Y junto a nuestros héroes Cocom, Canek, Ay,
Chi  y Pat, agregaremos a Tec.
                                   
Geraldo Can Pat, poeta de Tibolón.


Cuando un visitante del pueblo de Ixil se topaba con José Tec Poot y quedaba fascinado por el conocimiento y el don de gentes de José, irremediablemente preguntaba a los vecinos quién era el personaje, y un viejo del pueblo decía con orgullo: “Es nuestro antropólogo”, y Tec Poot en verdad que era el antropólogo nativo del pueblo de Ixil….
El 19 de septiembre es una fecha triste para todo México, pero más triste para la antropología yucateca, y más triste aún para un pequeño pueblo del norte yucateco: Ixil, pues esta  es la fecha en que el prometedor investigador y antropólogo maya, José Tec Poot, dejó de existir a tan temprana edad de 36 años.

Y es que Tec Poot, con orgullo pueblerino, habló con amor y cariño sobre las cebollitas de Ixil y se preocupó por las inundaciones frecuentes de su pueblo. Como un sabio apicultor, Tec Poot habló sobre la miel dando cátedras a Boccara; y para que los monolingües del castellano entiendan la grandeza de los que pusieron el mundo neocolonial yucateco patas arriba en 1847, tradujo del maya al español la proclama guerrera de Manuel Antonio Ay y Jacinto Canek; y fue pionero de los defensores de la cultura y la lengua maya, siendo maya él mismo pero sin jactancias y sin medrar con la etnicidad, como muchos mayas de dientes afuera hacen ahora, porque Tec Poot era de otra madera, muy distinto a esos “mayas profesionales” que se destilan en estos tiempos de neoindigenismo barato, de neoindigenismos de logreros. 

Poot nos recordó un viejo estribillo maya que le contó su abuelo, y que su padre decía que era un canto antiguo de estas tierras del Mayab: El Wech, una canción de protesta, según Tec Poot, contra los opresores extranjeros, los dzules de barbas rubicundas. El maestro Poot, que conocería casi todos los pueblos yucatecos mediante la Unidad de Culturas Populares en Yucatán que el dirigió, también ayudó a De la Garza en la localización de pueblos yucatecos para la redacción de las Relaciones Histórico-Geográficas de la Gobernación de Yucatán. Trabajando con campesinos de Peto, Tzucacab y Tekax, Tec Poot contó la terrible calamidad que produce en las milpas las lluvias del K’ankubul’ Ha, lluvia del sur y de cualquier otro punto que a los tres días de caída pone roja las hojas del maíz y a las raíces seca.

Antropólogo maya cuando la antropología yucateca (una antropología blanca escrita desde la colonialidad del poder de la ciudad letrada meridana) se encontraba copada por los dzules de Mérida, Miguel Alberto Bartolomé –aquel argentino que le sacó ampollas al culo de la academia decimonónica yucateca de la década de 1970-1990, con La dinámica social de los mayas de Yucatán, donde habló de la situación interétnica neocolonial que todavía existe en buena parte de la sociedad yucateca del siglo XXI- recuerda que cuando el joven Tec Poot, ese hermano nuestro, iba a la antigua facultad de antropología de Mérida, las niñitas de papi y los hijitos “revolucionarios” bien encebados (burgueses podridos, pero adoradores prostitutos de utopías cadavéricas como las fiebres tercianas de la guerrilla centroamericana, la cubana, las sudacas maoístas), le decían al joven Tec Poot que qué hacía ahí, con ellos, frente a estos civilizados blancos que estudiaban la antropología blanca yucateca, escrita y aprendida desde la colonialidad del poder; que era un desvarío de un atrevido indio el presentarse en los recintos de la ciencia yucateca escrita desde la colonialidad del saber;  que mejor se hubiera esperado a que las niñitas de papi y los hijitos revolucionarios burgueses de mami ,fueran a Ixil a entrevistarlo, pues veían que Tec Poot sería un buen “objeto", nunca sujeto, de estudio, un informante bien informado. Esta era la anécdota que Bartolomé apuntó en un libro que no recuerdo su título y no tengo a mano en estos momentos.

El 19 de septiembre de 1985, cuando el país se vistió de luto por el terremoto, la vida de este insigne antropólogo maya que ayudó para la descolonización de la antropología yucateca, llegó a su final de forma trágica. Tec Poot, con un compañero de trabajo, Miguel Arzápalo, se habían alojado en el cuarto 541 del Hotel Regis de la avenida Juárez. Este hotel colapsaría completamente, y después se incendiaría. Las búsquedas del antropólogo maya casi se iniciaron desde el mismo día de la tragedia: mientras la ciudad de México era un caos de escombros y muerte, el poeta Carlos Montemayor, amigo de Tec Poot, en mangas de camisa ayudó en la búsqueda, pero el cuerpo de Tec Poot no se encontraría. Después vendrían los homenajes post mortem al hijo de doña Loreto Poot y del campesino Paulino Tec. Sarkisyanz diría, con justicia, que Tec Poot fue inspirador de investigadores extranjeros, adaptados a la lengua por el impulso constructor de Tec. El 14 de octubre de 1985, el Auditorio de la Facultad de Ciencias Antropológicas de Mérida llevaría desde esa fecha el nombre de José Tec Poot; y ese mismo año, doña Loreto, recibiría la Medalla Yucatán, con que el gobierno y la academia yucateca reconocían, siempre tarde, a la vida y obra de un hombre que fue un punto de inflexión para la deconstrucción de la colonialidad del saber en Yucatán.

Nota.

Este artículo no pudo haber sido escrito sin el libro de Miguel Ángel Orilla Canché, José Tec Poot: Una vida dedicada a los mayas.



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